31 de agosto de 2014

Santos, paisajes y poetas: Crónica de los encuentros en Angostura

Foto: www.elcolombiano.com
Nuestra primera visita a  Angostura fue en motocicleta. De Medellín a este pueblo del norte de Antioquia, que cuenta con alrededor de 12.000 habitantes, se demora uno casi las 3 horas y media. Para llegar se pasa por los municipios de Copacabana, Girardota, la Loma de matasanos en jurisdicción de Barbosa, Don Matías, Santa Rosa de Osos y  Yarumal por donde finalmente se coge la carretera para entrar a Angostura.


Calle de la entrada y la salida. Foto desde el atrio
El paisaje es de ensueño. Valles fértiles cultivados de pasto para alimentar las vacas, pues la zona es mayoritariamente lechera. Mucha montaña, mucho verde. 

Angostura es conocida principalmente por tener los restos momificados, casi intactos –fueron restaurados en el 2000- del  padre Mariano de Jesús Eusse, más conocido como Marianito. Fue el mismísimo papa Juan Pablo II quien lo beatifico. 

Desde antes de entrar al pueblo, se pueden ver avisos turísticos que anuncian las “cavernas de Marianito”, lugar en el que –según me cuenta un lugareño- durante la guerra de los mil días, se tuvo que esconder el sacerdote porque lo estaban persiguiendo. Allí, en esas cavernas, vivía, oraba y atendía a sus fieles.

Pasando una curva, donde ya se puede ver a los lejos el casco urbano, se encuentra el viajero un enorme cuadro del padre Marianito. Es un mosaico de más de 4 metros de alto–según mis cálculos- con el rostro del Beato, orgullo de los angostureños.  Al fondo, se ve el pueblito, típico escenario Antioqueño, con solo dos calles, y en el centro la imponente catedral. Solo las montañas son más altas que la iglesia.

Cuando entramos al pueblo, nos encontramos con un hermoso parque empedrado, precedido por la iglesia, y con el Kiosco principal en el centro.   Muchos de los sitios –tiendas, almacenes, restaures-  llevan por nombre “Marianito”. En el parque se filan las chivas, los chiveros, pasan los caballos, pasean los campesinos y los lugareños.

Al fondo, justo al frente izquierdo de la iglesia, se encuentra el museo Porfirio Barba Jacob. Pues no bastando con un beato, el municipio tiene un poeta nacional que es casi un santo. El museo  alberga varias de las pertenencias que fueron del poeta durante el tiempo  que residió en Angostura. Allí se encuentran también evidencias de sus milagros literarios. Hay documentos, cartas en su puño y letra. Fotografías, historias y una directora apasionada que cuida esmeradamente el legado del poeta Santarroseño.

Así como en el Municipio todos son devotos de Marianito, muchos lo son también de Barba Jacob. El Alcalde me recitó un pedazo de la Parábola del retorno  y con pelos y señales me explicó dónde queda la casa “que fue de Ricard”.

Angostura tiene, además de Beato y un poeta, un hermoso paisaje natural y humano esperando ser narrado.  Aquí llegué para el encuentro  con los lectores de paisaje de la escuela del Chocho, Codesarrollo, el Liceo Departamental Mariano de Jesús Eusse y jóvenes que participaran del taller de literatura y el cineclub en la casa de la cultura (que es el museo) Porfirio Barba Jacob. Un escenario perfecto para ¡Lectores somos y en el camino nos encontramos! 

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